

La llegada de un bebé puede despertar en los padres profundos sentimientos de cariño, pero puede también provocar inquietud, e incluso conflictos. En la medida en que estos no se resuelven, la comunicación deja de funcionar y se establece un malentendido de inebitables consecuencias para el futuro del niño.
El destino de los niños se teje desde la cuna. Ya desde su nacimiento, el bebé queda preso en una compleja red de deseos y prohibiones, y debe "trabajar" para corresponder a las expectativas de los padres.
La profesión de bebé no es en absoluto descansada.
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